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No me acuerdo de su nombre de pila y no estoy seguro del de cuna. Podría llamarse don Juan, José o Javier Rodríguez de Todos los Santos. Para nosotros era solo el Abuelo de Burgos. Era un anciano severo, señor de pocas palabras, que quedava largos ratos sentado en un sillon de su despacho a leer, a escribir o a escuchar música. Una noche me acerqué de la puerta de su rincón personal y oí una aria de zarzuela en su interior. Ya no me acuerdo cuál.
Un impulso me hizo mirar hacia adentro y mi abuelo prestado me vio. Me invitó a entrar y me preguntó si yo conocia la zarzuela. Le dije que si, que aún había asistido a un concierto como parte de una Semana de España en Lisboa. No supe decirle lo que había visto. Me dió entonces una silla y me hizo escuchar pista por pista, area por aria, disco por disco para identificar las melodías. Recordé algunas. Una de ellas fue, sin duda, El barberillo de Lavapies.
Al final de la velada, mi anfitrión me invitó a volver cuando quisiera para escuchar tranquilamente sus 33+1⁄3 rpm, los de zarzuela y todos los demás que tenía a su disposición. Que yo sepa, nunca había tenido tal aprecio con sus nietos de sangre, quizás porque sabía de fuente segura que no les gustaba la música clásica y teatral o no tenían ganas de charlar con él. No volví a hacerlo, pero me tocó hondo una cortesía tan casual de mi abuelo español.
El Teatro de la Zarzuela de Madrid reclama mi presencia hace una eternidad. Jamás contesté esa invitación tan insistente. ¡Lástima! Esta temporada aún podría disfrutar de La violación de Lucrecia, del Trato de favor o de Luisa Fernanda. Ya lo veré en la programación siguiente. Me encantaría hallar Doña Francisquita, La boda de Luis Alonso o La verbena de la Paloma en la cartelera. Me daría igual y me marcharía pronto para halagar con una de ellas. ¡Seguro!
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| Teatro de la Zarzuela - Programación 2022-2023 |
Que bacana!
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