10 de setembro de 2024

La vida parcial de Ginés de Pasamonte

Eleazar, «Ginés de Pasamonte» (2005)

Cadena de galeotes que va a las galeras del rey...

Tras todos éstos venia un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metia el un ojo en el otro un poco. Venía diferentemente atado que los demás, porque traía una cadena al pie, tan grande, que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guardamigo o pie-de-amigo, de la qual decendian dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde lleuaua las manos, cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos. Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones más que los otros. Respondióle la guarda: porque tenia aquel solo más delitos que todos los otros juntos, y que era tan atrevido y tan grande bellaco, que, aunque le llevaban de aquella manera, no iban seguros dél, sino que temían que se les había de huir.
‒¿ Qué delitos puede tener ‒dijo don Quijote‒, si no han merecido más pena que echalle a las galeras?
‒Va por diez años -replicó la guarda‒, que es como muerte ceuil. No se quiera saber más sino que este buen hombre es el famoso Ginés de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla.
‒Señor comisario ‒dijo entonces el galeote‒, vayase poco a poco, y no andemos ahora a deslindar nombres y sobrenombres; Ginés me llamo, y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y no Parapilla, como voacé dize; y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no hará poco.
‒Hable con menos tono ‒replicó el comisario ‒, señor ladrón de más de la marca, si no quiere que le haga callar, mal que le pese.
‒Bien parece ‒respondió el galeote‒ que va el hombre como Dios es servido; pero algún día sabrá alguno si me llamo Ginésillo de Parapilla o no.
‒Pues ¿no te llaman ansí, embustero? ‒dijo la guarda.
‒Sí llaman ‒respondió Ginés‒; “más yo haré que no me lo llamen, o me las pelaría donde yo digo entre mis dientes. Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya, y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas ajenas; y si la mia quiere saber, sepa que yo soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.
‒Dize verdad ‒dijo el comissario‒; que él mesmo ha escrito su historia, que no ay más, y deja empeñado el libro en la carcel en
docientos reales.”
‒Y le pienso quitar ‒dijo Ginés‒ si quedara en docientos ducados.
‒¿ Tan bueno es? ‒dijo don Quijote.
‒Es tan bueno ‒respondió Ginés ‒, que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren. Lo que le sé decir a voacé es que trata verdades, y que son verdades tan lindas y tan donosas, que no puede haber mentiras que se le igualen.
‒Y¿cómo se intitula el libro? ‒preguntó don Quijote.
La vida de Ginés de Pasamonte ‒respondió el mismo.
‒Y ¿está acabado? ‒preguntó don Quijote.
‒¿Cómo puede estar acabado ‒respondió el‒, si aún no está acabada mi vida? Lo que está escrito es desde mi nacimiento hasta el punto que esta última vez me han echado en galeras.
‒Luego ¿otra vez habéis estado en ellas? ‒dijo don Quijote.
‒Para servir a Dios y al rey, otra vez he estado cuatro años, y ya sé a que sabe el biscocho y el corbacho ‒respondió Ginés‒; y no me pesa mucho de ir a ellas, porque alli tendré lugar de acabar mi libro; que me quedan muchas cosas que decir, y en las galeras de España hay más sosiego de aquel que sería menester, aunque no es menester mucho más para lo que yo tengo de escribir, porque me lo sé de coro.
‒Habil pareces ‒dijo don Quijote.
‒Y desdichado ‒respondió Ginés‒; porque siempre las desdichas persiguen al buen ingenio.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (Madrid, 1605; I, 22)

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