René Magritte, La victoire (1939) |
Laberinto de historias
Una historia no tiene principio ni fin, tan solo puerta de entrada.
Una historia es un laberinto infinito de palabras, imágenes y espíritus conjurados para desvelarnos la verdad invisible sobre nosotros mismos. Una historia es, en definitiva, una conversación entre quien la narra y quien la escucha, y un narrador solo puede contar hasta donde le llega el oficio y un lector solo puede leer hasta donde lleva escrito en el alma.
Esa es la regla maestra que sostiene todo artificio de papel y tinta, porque cuando se apagan las luces, se silencia la música y se vacía el patio de butacas, lo único que importa es el espejismo que ha quedado grabado en el teatro de la imaginación que alberga todo lector en su mente. Eso y la esperanza que todo hacedor de cuentos lleva dentro: que el lector haya abierto su corazón a alguna de sus criaturas de papel y le haya entregado algo de sí mismo para hacerla inmortal, aunque solo sea por unos minutos.
Y dicho esto con más solemnidad de la que probablemente merece la ocasión, más vale aterrizar a ras de página y pedirle al amigo lector que nos acompañe al cierre de esta historia y nos ayude a encontrar lo más difícil para un pobre narrador atrapado en su propio laberinto: la puerta de salida.
Um escritor que tão bem escreveu sobre os fantasmas presentes na vida dos que sobreviveram à guerra civil espanhola, numa linguagem poética que nos alimenta a paixão pela capital catalã e pela literatura. Pena ter falecido tão novo, passando cedo pela porta de saída que lhe assegurou, ao menos, a imortalidade nas magníficas histórias que nos legou.
ResponderEliminarPartiu cedo mas deixou obra. Infelizmente, nunca saberemos se se libertaria de vez dos parâmetros do romance gótico oitocentista e se se lançaria por outros trilhos narrativos gizados fora da órbita do cemitério dos livros esquecidos...
EliminarLembra a poesia dos quadros de Magritte.
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