DRAGÃO SIMBÓLICO DO MUNDO MÁGICO DE ZAFÓN |
«Podría intentar contarte el argumento, pero sería como describir una catedral diciendo que es un montón de piedras que acaban en punta.»
O cemitério dos livros esquecidos
JULIÁN CARAX
La novela relataba la historia de un hombre en busca de su verdadero padre, al que nunca había llegado a conocer y cuya existencia sólo descubría merced a las últimas palabras que pronunciaba su madre en su lecho de muerte. La historia de aquella búsqueda se transformaba en una odisea fantasmagórica en la que el protagonista luchaba por recuperar una infancia y una juventud perdidas, y en la que, lentamente, descubríamos la sombra de un amor maldi-to cuya memoria le habría de perseguir hasta el fin de sus días. (18-19)
La casa roja
La casa roja relataba la atormentada vida de un misterioso individuo que asaltaba jugueterías y museos para robar muñecos y títeres, a los que poste-riormente arrancaba los ojos y llevaba a su vivienda, un fantasmal inverna-dero abandonado a orillas del Sena. Al irrumpir una noche en una mansión suntuosa de la avenue Foix para diezmar la colección privada de muñecos de un magnate enriquecido a través de turbias artimañas durante la revolu-ción industrial, su hija, una señorita de la buena sociedad parisina, muy leí-da y fina ella, se enamoraba del ladrón. A medida que avanzaba el tortuoso romance, plagado de incidencias escabrosas y episodios a media luz, la he-roína desentrañaba el misterio que llevaba al enigmático protagonista, que nunca revelaba su nombre, a cegar a los muñecos, descubría un horrible secreto sobre su propio padre y su colección de figuras de porcelana y se hundía inevitablemente en un final de tragedia gótica sin cuento. (35-36)
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DANIEL SEMPERE
Mi historia, casualmente, giraba en torno a una prodigiosa pluma estilográfi-ca de pasmoso parecido con la de la tienda y que, además, estaba embrujada. Más concretamente, la pluma estaba poseída por el alma torturada de un novelista que había muerto de hambre y frío, y que había sido su dueño. Al caer en manos de un aprendiz, la pluma se empeñaba en plasmar en el papel la última obra que el autor no había podido terminar en vida. (47)
Deixou-nos um belo legado! Que descanse em paz na morada que nos espera a todos...
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