LA DELGADINA(Pintura mexicana del siglo xviii) |
Rosa Cabarcas me había aconsejado que la tratara con cautela, pues aún le duraba el susto de la primera vez. Es más: creo que la misma solemnidad del rito le había agravado el miedo y habían tenido que aumentarle la dosis de valeriana, pues dormía con tal placidez que habría sido una lástima despertarla sin arrullos. De modo que empecé a secarla con la toalla mientras le cantaba en susurros la canción de Delgadina, la hija menor del rey, requerida de amores por su padre. A medida que la secaba ella iba mostrándome los flancos sudados al compás de mi canto: «Delgadina, Delgadina, tú serás mi prenda amada». Fue un placer sin límites pues ella volvía a sudar por un costado cuando acababa de secarla por el otro, para que la canción no terminara nunca. «Levántatate, Delgadi-na, ponte tu falda de seda». Le cantaba al oído. Al final, cuando los criados del rey la encontraron muerta de sed en su cama, me pareció que mi niña había estado a punto de despertar al escuchar el nombre. Así que era ella: Delgadina.
Que delicadeza de trato...
ResponderEliminarFico curiosa com o desenrolar do enredo, depois desta canção tão triste. Rosa, entretanto, é feliz com tal tratamento...
ResponderEliminarTem um final muito ao gosto de Gabriel Garcia Márquez...:)
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